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CAPÍTULO SETENTA Y CUATRO

Había llegado a casa antes que Xavier, quien dijo que necesitaba ocuparse de algo en la oficina, y me estaba cambiando a algo más cómodo para la cena cuando Anna llamó a la puerta.

Sabía que era ella porque nadie más en toda esta mansión estaba tan emocionado. A veces, siento ganas de sacudirles la...