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CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO

Cuando me desperté en mi nueva habitación, fue por un golpe en la puerta.

Me senté aturdida y fui a abrirla, pero me golpeé los pies con un banco tapizado.

—¡Ay! —exclamé con dolor, el agudo dolor me recordó lo diferente que era esta habitación de la que Xavier y yo solíamos compartir.

—¿Qué pasó...