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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

Mientras me ponía la camiseta sin mangas y los pantalones cargo que Theresa había elegido para mí, ella corría por la habitación, metiendo cosas en una bolsa.

—Pareces demasiado emocionada por esto, Theresa —dije, divertida.

—No me culpes. No puedo esperar a escuchar sobre toda la diversión que va...