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CAPÍTULO TREINTA Y TRES

El sonido de los pitidos de las máquinas resonaba tan fuerte, la madre de Tessa lloraba y dos enfermeras presionaban una especie de extraño artefacto de hierro en su pecho siguiendo las indicaciones del doctor.

Estaba horrorizado y Xy’thern también.

—¿Doctor? —llamé, con una voz diminuta y asustad...