Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO DOSCIENTOS TREINTA Y OCHO

A la mañana siguiente, me desperté con otro orgasmo de mi esposo. Estaba a punto de irse corriendo, pero lo arrastré de vuelta a la cama.

—Pero cariño, voy a llegar tarde —se quejó.

Me encantaba cómo a veces se comportaba como un niño conmigo.

—Eres el anfitrión; no empezarán sin ti, así que ven....