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CAPÍTULO DOSCIENTOS

—¡Hijo mío! —exclamó alegremente mientras entraba con un Drak vestido con un atuendo imponente—. No sabía que te interesaban los libros o ¿estás mostrando a tu dama nuestra extensa colección?

La mano de Aisen en mi cintura se sentía pesada mientras luchaba por encontrar una respuesta a las pregunta...