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CAPÍTULO CIENTO NOVENTA Y CUATRO

Había pensado que caminaríamos hasta el lugar, pero un coche enorme se detuvo en la entrada y él abrió la puerta para que entráramos.

Las tres mujeres subieron primero y luego entré yo.

Él cerró la puerta, caminó hacia el frente y comenzó a conducir.

Dentro, el coche era como una limusina, pero m...