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CAPÍTULO CIENTO NOVENTA Y DOS

El nuevo guardia me levantó bruscamente, haciéndome mirarlo con enojo.

Mi actuación anterior debió afectarlo porque rápidamente murmuró un ‘lo siento’ mientras me arrastraba en dirección al Rey.

Se había levantado de su asiento, su edad se notaba en lo difícil que le resultaba bajar de él.

Parecí...