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CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y SEIS

Con un rugido, Xavier comenzó a temblar como una hoja mientras su semen se vertía en mi coño y sus pollas se movían dentro y fuera de mis agujeros.

Me besó en los labios, deteniendo mi cerebro del subidón sexual en el que estaba, dándome en su lugar sensaciones románticas.

Luego se echó hacia atrá...