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CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y CUATRO

Con cada lamida de su lengua, mi cuerpo se llenaba de una excitación eléctrica.

Si su habitación fuera insonorizada, entonces todos en este lado del barco deberían conseguir tapones para los oídos porque estaba gritando más fuerte que un alma en pena de placer.

Había pasado tanto tiempo desde que ...