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CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y SIETE

Cuando entré en la clínica, había sangre por todas partes. Su espalda, las manos del doctor y el bisturí, la cama. Era demasiado.

—Yo le hice eso—. Mi mente estaba llena de culpa y podía sentir el barco balancearse, los gritos de la gente al otro lado del barco señalando que algo estaba terriblemen...