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36. Una soledad para siempre

¡No te enamores de él, idiota estúpida!

Ese era el mantra que resonaba en la cabeza de Seff durante la siguiente hora más o menos. Ella y Kiran mantenían el ritmo mientras corrían a través del matorral salpicado de azul, blanco y negro. Era como el Castillo de la Noche—

*¡No pienses en un Alfa cua...