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18. A la deriva

Seff no tuvo más remedio que sentarse en la silla vacía. Giró la cabeza para no ver, pero eso no significaba que no pudiera escuchar.

Kiran y Allium eran demasiado ruidosos. Cada gemido, jadeo, maldición o sonido de succión la hacía estremecerse. Permanecieron sentados incluso mientras se volvían a ...