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Capítulo 40 - Los cisnes y la dulzura

DORIS

Nos levantamos tarde el domingo, una mañana perfecta para la pereza. Despertar envuelta en los brazos de Arthur fue tan increíble como había imaginado que sería.

En la maleta que Arthur había preparado para mí, había incluido todo lo que necesitaría, incluyendo ropa nueva de mi talla. Sin emba...