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Finalmente cedió a sus impulsos sexuales

Follándola al fin.

La ropa estaba esparcida por el suelo. Gemidos y jadeos llenaban la habitación.

—¿Te gusta, verdad? —Henry continuó follándola sin piedad.

Había estado absteniéndose durante mucho tiempo, tenía que liberar sus deseos.

Un hombre no podía abstenerse por mucho tiempo...

Quinn no...