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50, El cofre que falta

Zerden había envejecido. Las preocupaciones que antes no estaban allí ahora eran visibles en su rostro, al igual que una fina cicatriz que iba desde su ceja hasta su mejilla. Ayya asintió con la cabeza hacia él y esperó el reconocimiento en sus ojos cuando se diera cuenta de quién era ella. Ni siqui...