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Capítulo 27

—¡Debes estar bromeando, hermana, eso no puede pasar, ambos lo sabemos! —Dorian frunció el ceño mientras el coche entraba en la Casa Real, y yo me mordí el labio inferior, sintiendo cómo la ira me pesaba en el corazón.

No necesito que me creas o no; mi instinto no miente. Entré al jardín donde Jaso...