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Capítulo ochenta y siete

Ella contuvo un jadeo ante el cosquilleo de la conciencia concentrada en las yemas de sus dedos y los empujó un poco más fuerte contra su pecho. Controlándolos para no agarrarlo.

Porque eso era lo que cada impulso hormonal en su cuerpo le gritaba que hiciera. Agarrar su mano, aprovechar el calor qu...