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Capítulo cincuenta y cinco

Daniel frunció el ceño. Había estado anticipando... ¿Qué?

¡Al menos un rubor! Algunas palabras entrecortadas que reconocieran lo increíble que había estado sucediendo entre ellos. Tal vez incluso un pequeño puchero de sus labios para recordarle lo bien que se sentía besarlos. Pero no esa mirada frí...