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Capítulo cuarenta y nueve

—Bésame —ordenó con un murmullo bajo—. Toma lo que quieras, lo que necesites de mí. Y, cariño...

Bajó la cabeza, empujando su pulgar más allá de la línea de sus labios y dentro de su boca. El calor húmedo bañó la punta. —No seas delicada —gruñó.

Emma lo estudió, y mientras él la observaba a su vez...