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Capítulo cuarenta y ocho

Daniel la sostuvo más fuerte de lo que debería. La besó como si fuera su último beso.

A regañadientes, rompió el beso, miró profundamente en sus oscuros y hermosos ojos.

—Baila conmigo —susurró—. Un último baile antes de irnos a casa.

Emma asintió, y luego apoyó su cabeza en su hombro mientras él ...