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Capítulo cuarenta y cinco

—Exactamente. Tu problema es que tienes miedo de todo, y te conozco. Quieres estar con alguien, pero el miedo no te deja ir.

—Eso es una locura. ¿De qué tengo miedo?

—Podrías pensar que eres la señorita rebelde sin causa, pero no me engañas.

Los labios de Emma se entreabrieron, pero no salió ning...