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Capítulo treinta y tres

—Está bien —dijo Emma—. Te avisaré cuando esté libre.

—Sí. A las seis. Más te vale no cambiar de opinión. Tenemos mucho de qué hablar.

Él se acercó, invadiendo su espacio profesional y mareándola con su presencia imponente. Como si entendiera el efecto que tenía sobre ella, la miró y sonrió. Tan c...