Read with BonusRead with Bonus

Capítulo veintiséis

Emma estaba muriendo. Y viviendo. Volando. Girando.

Llorando de frustración y gritando de puro deleite mientras alcanzaba el clímax una y otra vez.

Durante la siguiente hora, mientras Daniel, con su increíble boca, sus manos milagrosas, continuaba tocando, besando, saboreando cada centímetro de su...