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Capítulo veintiuno

—Compórtate, Daniel Rohan —dijo Emma, levantándose y ayudándole a recoger la mesa—. No te tengo miedo.

—Lo sé —dijo él mientras servía dos copas de vino y le entregaba una. Volvieron al salón.

Emma miró el sofá lleno de periódicos, los recogió y los apiló ordenadamente en el suelo.

—Sé que no me ...