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Capítulo dieciocho

—¡Bájame! —dijo Emma.

—Decides llamar la atención, señorita— —intentó ignorar el dolor sordo y palpitante que amenazaba con poner a prueba su legendario autocontrol—. —y ahora la tienes—. Caminó hacia su coche.

Pensó que ella prácticamente no pesaba nada, mientras la metía en el coche y daba instr...