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Capítulo ciento ocho

Su respiración se escapó en un largo siseo y luego ella se deslizó hacia abajo, envolviéndolo de nuevo.

—Me vuelves loco —murmuró él.

Ella sonrió, claramente satisfecha con su confesión.

Él saboreó la sensación de sus manos mucho más pequeñas envueltas por las suyas. Se aferraron con fuerza mient...