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Capítulo ciento cinco

Daniel yacía a su lado, su mano alrededor de ella, su espalda presionada contra él y esperó, esperó hasta que su respiración se volvió lenta y constante y la tensión abandonó sus músculos. Sabía que ella estaba dormida.

Y entonces se movió y la giró, acomodándola de nuevo en sus brazos. Su mano se ...