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No te atrevas

A las cuatro menos cuarto, Zero se dirigió a la residencia de los Peterson. Cuando llegó, fue recibido por la madre de Apollo.

—Buen día, joven —dijo la mujer y lo saludó con un beso en la mejilla.

Él sonrió. —Buen día para usted también, señora Peterson.

—Ay, eres adorable. De todos modos, Apoll...