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UNO SETENTA Y CUATRO

Las imágenes regresaron a mí, las chicas de ojos vacíos arrastrándose por los pasillos, en la cafetería, el olor frío y estéril de los químicos y la desesperación, la manera en que Sophia me susurró —Intentan hacerte perder la mente—. Era un milagro que alguna de ellas recordara algo.

—Primero te q...