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UNO SETENTA Y TRES

Sentía la ira burbujeando dentro de mí, pero no era solo ira—era algo más frío, algo más profundo, como una quemadura lenta extendiéndose por mis venas. Allí estaba ella, en la pantalla, su rostro cubriendo toda la televisión nacional, pretendiendo ser algún tipo de héroe, una maldita mártir. La per...