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UNO SETENTA Y UNO

Su voz estaba desgarrada por la furia y el dolor, las palabras rasgaban desde algún lugar roto en lo profundo de ella. Cada sílaba era una herida, sangrando en el aire pesado y sofocante entre nosotros.

Me quedé inmóvil.

Por el rabillo del ojo, vi a Adam mirándome, sus ojos llorosos y abiertos de ...