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UNO CINCUENTA Y SIETE

Gael estaba sentado rígidamente, aferrando el teléfono con fuerza, sus dedos envueltos alrededor de él como si fuera un salvavidas, como si al sostenerlo con suficiente firmeza, de alguna manera le diera control sobre la situación que se estaba desmoronando ante él. Pero no lo haría. No podía. Podía...