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Se movió de nuevo, esta vez hacia la puerta, luego se detuvo a mitad de camino. Sus dedos se apretaron en torno al arma. Parecía que quería disparar a algo, a alguien, pero no quedaba nadie a quien culpar en esta habitación.

—Eleanor —dijo Gael de repente, con brusquedad—, dame más gasa, fresca, ah...