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La paciencia de Dominic estaba colgando de un hilo, deshilachándose justo delante de mis ojos. Su agarre en el volante había vuelto sus nudillos blancos, sus dedos temblaban ligeramente como si estuvieran deseando poner el coche en marcha y salir de aquí. Su mandíbula estaba tan apretada que podía v...