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La perilla giró tan lentamente que parecía que el tiempo se había detenido.

Contuve la respiración, congelada, aferrando la sábana con fuerza contra mi barbilla. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, tan fuerte que parecía resonar en el silencio.

Pero entonces, no pasó nada.

Me quedé sentada e...