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Persiguiendo a Annie

Logan

Gemí mientras me levantaba del suelo. Había sido un imbécil y no tenía intención de serlo. Fiel a su palabra, Annie había hecho las maletas y se había ido de La Habana en menos de una hora después de nuestra pelea, escapando por las puertas mientras Giselda me sermoneaba por actuar tan celosa...