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Capítulo XXXVIII: La sangre corre hondo

Hevil se abalanzó hacia mí y me lanzó un golpe. Me agaché y pisé su pie con fuerza. Gruñó y dejó caer la botella, que se hizo añicos en el suelo. Balanceó su brazo con la daga y lo bloqueé con mi mano.

Me agarró del cuello con la otra mano y me lanzó al otro lado de la habitación. Caí con fuerza al...