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Capítulo XXXIII: Un corazón que anhela

Punto de vista de Ava

Fruncí el ceño al ver una margarita agitándose frente a mi cara. Miré hacia arriba y sonreí. Era Titus, y él me devolvía la sonrisa. Estábamos afuera, cerca de los setos.

—¿Es para mí, Maestro Titus?

—Sí...

—Gracias —la tomé y la olí. Era agridulce.

—He oído que has estado...