




Oferta
Punto de vista de Ashton
Nunca he visto a una mujer tan hermosa. Su largo cabello oscuro ahora se escapa de su trenza y su ropa ceñida muestra su figura de reloj de arena. Parece humana, pero una humana no podría haber escalado ese acantilado, debe ser una Fae como yo con algún tipo de magia que la ayude.
Obviamente, no sabe quién soy dado su comportamiento. No es usual que una mujer se aleje de mí, sé que soy guapo y ser un príncipe además de eso significa que usualmente caen a mis pies. Su rechazo fue una novedad y me intrigó. La quiero, así que la haré mía. La persecución solo lo hará más divertido.
La dejo alejarse, pero la sigo a distancia. La ruta que toma no tiene sentido, no sigue un camino y no parece llevar a ninguno de los distritos. Camina hacia un campamento y me pregunto si vive aquí.
Algunos hombres se acercan a ella, tal vez sean su familia, tal vez uno sea su pareja y por eso no estaba interesada en mí. Empiezo a perder interés y comienzo a alejarme cuando escucho su grito.
Me doy la vuelta para ayudar, pero la escena frente a mí me detiene. Está siendo sostenida por un hombre grande, pero ha logrado ensangrentarle la nariz y patear a otro tan fuerte que está doblado de dolor. Definitivamente puede defenderse y verla pelear es increíblemente sexy. Cinco contra uno no es justo, así que decido intervenir.
Corto a tres de ellos con una pared de fuego y abro un agujero en la tierra para que uno caiga, dejando solo al que la sostiene para que ella se encargue. Mientras le da un puñetazo en la cara, me acerco a los tres hombres. La ira me llena, intentaron tomar algo que era mío y lastimarla. No estoy seguro de por qué me siento tan posesivo con ella, pero estos idiotas también eran criminales por atacar a una mujer inocente. Prendo fuego a dos de ellos y huyen gritando. Al último lo inmovilizo con viento, parece aterrorizado, el sudor gotea por su frente.
—¿Has visto pasar exploradores por aquí? —pregunto.
—No, nadie viene por aquí, por eso estábamos tan contentos de ver a una mujer —balbucea.
—¿Y cuáles eran tus planes para ella? —pregunto.
—Bueno... —No me mira.
—Eres repugnante —digo y lo prendo fuego, dejándolo correr mientras intenta apagarse.
Me vuelvo hacia la chica. Está de pie sobre un hombre inconsciente, respirando con dificultad.
—¿Estás bien? —pregunto suavemente.
—Sí, gracias por tu ayuda —dice secamente.
—Tenías razón, subestimé a las mujeres —digo asintiendo hacia el hombre inconsciente.
Ella ríe una risa musical y le sonrío. —Solo eran humanos, eso lo hace más fácil.
Así que tenía razón, no es humana, pero tampoco usó poderes para pelear.
—¿Por qué no usaste tus poderes? —pregunto.
—Eso no es asunto tuyo —dice fríamente de nuevo.
Suspiro —¿Puedo al menos saber tu nombre?
—Ava.
—Encantado de conocerte, Ava, soy Ash —le doy mi mejor sonrisa.
—¿Estás buscando a los exploradores? —pregunta ignorando mi intento de encanto.
—Sí, el rey me envió, soy uno de sus hombres —explico, sin estar seguro de por qué no quiero decirle quién soy.
—Pensé que enviarían al príncipe. Supongo que el rey no confió en él para hacerlo solo —dice.
—¿No crees que pueda hacerlo? —pregunto tratando de no sonar demasiado a la defensiva.
Ella se encoge de hombros —Solo he oído rumores, pero no parece del tipo confiable.
—Bueno, estoy aquí para encontrarlos de todos modos —digo conteniendo la ira.
—¿Tienes un plan?
—Honestamente no, no hay mucho en qué basarse —digo. —¿Cómo supiste de los exploradores?
Ella mira hacia otro lado —Se llevaron a mi amigo —escucho la preocupación en su voz y me siento culpable.
—Los encontraré, no te preocupes. ¿Viniste a buscar a tu amigo? —pregunto.
Ella asiente.
—Déjamelo a mí, puedo llevarte a casa a salvo y luego cazaré a los responsables.
Ella se ríe de mí y pierdo la paciencia, nadie se atreve a reírse de mí. —¡¿Qué?! —grito.
—Ni siquiera tienes un plan, dudo que te acerques a ellos, especialmente porque están tan adelantados.
—¿Y supongo que tú tienes un plan? ¿Aparte de correr por acantilados y ser atacada? —me burlo.
—Puedo rastrearlos —dice.
—¿Cómo? —digo sorprendido.
Ella parece incómoda, como si no quisiera decirme eso —Eh, es difícil de explicar, solo soy una buena rastreadora —dice.
Su evasividad se está volviendo molesta. —¿Por qué eres tan misteriosa? —exijo.
—Eso no es asunto tuyo —dice de nuevo.
Juro que si lo dice otra vez voy a tener que quemar algo. Respiro hondo.
—Está bien, si sabes a dónde ir, muéstrame. Puedo protegerte y acabar con los responsables cuando los encontremos.
Extiendo mi mano para que ella la estreche en señal de acuerdo.