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18- Dale un pequeño empujón a ese hombre

Aisha, abrumada por el trabajo, apenas se dio cuenta de la sangre. Podría haber sido cualquier cosa en las paredes y el suelo, se aseguró a sí misma. Y una vez más, se dio cuenta de que no estaba tan perturbada como debería haber estado. No se preguntó de quién era la sangre. O por qué estaba allí. ...