




CAPÍTULO 10
Han pasado dos días desde todo el incidente y el drama en la oficina. Hasta ahora, desde que trabajo aquí, estos han sido los mejores dos días. Enzo no me ha dado trabajo innecesario; apenas me busca. Si necesita algo, envía a su secretaria en lugar de decírmelo él mismo. Si lo piensas, tal vez esté tratando de evitarme después de lo que pasó en su oficina, pero no es como si lo hubiera hecho a propósito. Simplemente sucedió que mis botones superiores estaban abiertos y, como estaba arrodillada, él tenía una "vista de primera fila" de mi escote. Si no puede lidiar con eso, entonces es su problema.
Hoy tengo una cita con el médico. Vamos a hablar sobre los pagos de la cirugía de mamá ya que tengo el dinero. El único problema es que la reunión es hoy. No sé si Enzo me permitirá ir si le pido el resto del día libre. Podría ir sin pedirle permiso porque en realidad es durante mi hora de almuerzo. Pero, ¿y si no termino antes de que termine la hora de almuerzo y Enzo nota mi ausencia? «Estoy muerta». Creo que es mejor pedirle el día libre. Si pregunta por qué, le diré la razón, aunque es lo último que quiero hacer.
Camino hacia su oficina, toco la puerta y espero una respuesta.
—Adelante.
—Buenas tardes, señor —digo, entrando en su oficina.
Parece estar haciendo algo en su portátil. Ni siquiera levanta la vista para ver quién entró. «¿Y si estuviera aquí para matarlo, qué habría hecho, IDIOTA?»
—Señor, vine a pedirle algo.
—Hmm —dice, sin levantar la vista.
«¿De verdad no va a mirarme? ¿Es porque le da vergüenza mirarme después de lo que pasó el otro día? Dios mío, me siento como una cualquiera ahora mismo. Como todas esas mujeres que se lanzan a sus jefes. Tengo que explicarle que no soy ese tipo de mujer. No puedo permitir que tenga una impresión equivocada de mí.»
—Señor, vine a pedirle si podría darme el resto del día libre.
—¿Por qué necesita el resto del día libre, señorita Luciano? —dice, finalmente apartando la vista de su computadora.
«Finalmente, puedo ver esos hermosos ojos verdes suyos. ¿Qué estoy diciendo? No es para eso que vine aquí; necesito concentrarme.»
—Señor, necesito ir al hospital. Tengo una cita con el médico.
—¿Señorita Luciano, está enferma? —pregunta, de repente pareciendo preocupado por mí.
«Lo cual encuentro raro porque el Enzo que conozco nunca se preocuparía por mí; es un diablo sin corazón.»
—No, señor, no lo estoy. Solo voy a un chequeo, eso es todo —digo mintiendo porque no puedo permitir que Enzo sepa que mamá está enferma. Para mí, que él lo sepa no se siente bien, así que es mejor mentirle.
—Oh, está bien, entonces puede irse, pero tiene que estar aquí mañana a primera hora para terminar el trabajo de hoy.
—Muchas gracias, señor. Estaré aquí mañana a primera hora —digo y comienzo a salir cuando recuerdo que no he aclarado el malentendido sobre ser una cualquiera.
—Señor, hay una cosa más que me gustaría decir.
—Te escucho.
—Sé que me está evitando porque piensa que me lancé a usted el otro día. Cuando me arrodillé y le rogué que no me despidiera. No sabía que mis botones estaban abiertos y que mis ehm-hm-hmmm estaban a la vista. Lo siento si le di una impresión equivocada de mí. No era mi intención —digo sintiéndome mucho mejor al finalmente decirlo.
—Te conozco casi toda tu vida, y nunca podría tener una impresión equivocada de ti, así que no te preocupes por eso. Sé que fue una coincidencia que tus botones estuvieran abiertos mientras estabas arrodillada —dice con una sonrisa en su rostro.
—Gracias, señor —digo y salgo de su oficina.
Camino a la mía para agarrar mi bolso y dirigirme al hospital.
Estoy sentada en la sala de espera del hospital esperando mi turno para ver al médico que está a cargo de la cirugía de mamá. Espero al menos 5 minutos antes de que llegue mi turno.
Entro en la oficina del médico. Se levanta para estrecharme la mano antes de que ambos tomemos asiento para discutir el siguiente paso.
—Hola, mi nombre es Katherine Luciano. Estuve aquí hace aproximadamente un mes con una paciente llamada Christine Luciano. Ella es mi madre y la última vez que estuve aquí me dijeron que tiene cáncer. Tengo el dinero para pagar su cirugía. Me gustaría saber qué tan pronto se puede realizar la cirugía.
—Señorita Luciano, no será necesaria la cirugía.
—¿Qué está diciendo?
—El informe que le leí era el informe equivocado. Su madre se desmayó porque no comió en la mañana y estaba estresada. He estado tratando de contactarla para informarle, pero el número que tenemos en nuestros registros no funcionaba. Supongo que cambió su número.
—Entonces, ¿lo que me está diciendo es que mi madre no tiene cáncer? ¿Puede también dejar de tomar la medicación? Y sí, cambié mi número y olvidé informar al hospital —digo, preguntándome si estoy escuchando bien.
—Sí, ella está bien, siempre y cuando no se estrese demasiado, no tiene nada de qué preocuparse. Por favor, no olvide cambiar su número en la oficina del hospital en caso de otra emergencia.
—Oh, Dios mío, esta es la mejor noticia que he escuchado en todo el mes, muchas gracias. Cambiaré mi número en la oficina del hospital tan pronto como termine aquí con usted —digo mientras me levanto y le estrecho la mano antes de salir.
Me siento como la persona más afortunada del mundo en este momento. Ya no tengo que trabajar para Enzo. Solo pensarlo me hace sentir tan feliz como si me hubieran dicho que gané la lotería. Pero si intento renunciar, Enzo no me lo permitirá porque la última vez que lo intenté, dejó bastante claro que no me dejará ir a ninguna parte. ¿Y qué pasa con el dinero que ya me ha pagado? ¿Y si hago que me despida? Esa es una buena idea, pero la pregunta es cómo. Porque ya me odia, así que hacer que me odie más no es una opción. Entonces, no hay nada que pueda hacer. Supongo que esta es mi vida, trabajando para el diablo, pero no puedo rendirme. Debo pensar en algo.
Reviso la hora en mi teléfono, son las 3:00 p.m. Todavía tengo mucho tiempo libre. Decido hacer una visita sorpresa a mamá en el trabajo. Tomo un taxi y me dirijo a la oficina de mamá.
Entro en el edificio donde trabaja mamá. Saludo a la recepcionista antes de tomar el ascensor hasta el piso donde está la oficina de mamá. Compré el almuerzo en el camino para que pudiéramos comer juntas mientras le doy la buena noticia.
Salgo del ascensor y camino hacia la oficina de mamá. Toco la puerta antes de entrar.
—Hola, mamá —digo sonriendo mientras entro.
—Hola, querida, ¿a qué se debe esta sorpresa? —dice sonriéndome.
—Tengo noticias increíbles que contarte, mamá —digo dejando la comida en su mesa.
—Oh, trajiste el almuerzo y ¿qué podría ser? —dice notando el papel en mis manos.
—Mira por ti misma —digo, entregándole el informe del hospital.
—¿Hablas en serio? ¿No estoy enferma? —dice con mucha sorpresa y felicidad en su rostro.
—¡SÍ! Mamá, no tienes cáncer —digo sonriendo mientras se me llenan los ojos de lágrimas.
—Gracias, Dios, gracias, Dios —dice sonriendo mientras también se le llenan los ojos de lágrimas y me abraza. Nos separamos de nuestro abrazo cuando entra su secretaria.
—Perdón por interrumpir, pero señora Luciano, su vuelo sale en dos horas. Tiene que irse al aeropuerto ahora, si no podría perder su vuelo —dice su secretaria.
—Está bien, gracias Emma, por favor asegúrate de que tengo todo lo que necesito —dice mamá.
—Está bien, señora —dice Emma saliendo.
—Mamá, ¿vas a viajar? —digo sorprendida al enterarme justo ahora.
—Sí, iba a llamarte justo antes de que entraras —dice, caminando hacia su escritorio para recoger algunos archivos y ponerlos en su bolso.
—Oh, ¿a dónde vas y cuánto tiempo estarás fuera?
—Estaré fuera por dos días o más, no lo sé realmente porque es un viaje de emergencia a Chicago —dice recogiendo su bolso.
—Está bien, no hay problema, cuídate. Cuando llegues, no olvides enviarme un mensaje. Por favor, lleva tu almuerzo contigo —digo entregándole el almuerzo que le traje.
—Gracias, cariño, nos vemos cuando regrese —dice abrazándome antes de salir de la oficina.
—De nada, mamá, adiós —digo abrazándola de vuelta y saliendo detrás de ella.
Estoy fuera de la oficina de mamá sin un lugar en mente a donde ir. Creo que volveré a la oficina y terminaré ya que todavía tengo mucho tiempo.