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El destino sabe

Mi madre parpadea, luego vuelve a parpadear, esa magia lechosa y giratoria desaparece de sus ojos. Ojos del color de esmeraldas se fijan en los míos, luego lentamente se dirigen hacia Westfall.

Su piel se pone pálida.

—No —dice, tan suavemente que casi no lo escuchamos—. ¿Dónde...? —Se aleja de Is...