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No estás sola, Maddy

—¡Maddy! —La voz vuelve a sonar, más fuerte que la primera vez. Me levanto, mis piernas hormiguean por la falta de uso. El fuego en la cueva se apaga con un viento fantasma.

Me estremezco ante el frío repentino, mis manos tiemblan mientras me deslizo por la pared de la cueva hacia la entrada. Está ...