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Capítulo cincuenta y seis

—Si me sigues —dijo Nash, guiándome fuera de la sala de estar del anciano. Su mano aún descansaba en mi espalda, su calor corporal era cálido como el de Marcus y Louis.

No me brindaba consuelo de la misma manera que lo hacía su calor. Sin embargo, era algo que podía usar para hacer las cosas más fá...