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Capítulo cincuenta y cinco

Amelia

Mi corazón latía tan fuerte que podía escuchar los frenéticos latidos resonando en mis oídos. Miré al jefe del consejo de ancianos. Una lenta sonrisa se extendía por su rostro mientras entraba en la enorme sala.

Miré hacia Nash. Me observaba como una serpiente mira a un ratón.

—Bonita cosa ...