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Capítulo treinta y tres

Sin desabrochó sus jeans. Su mano rozó mi costado mientras movía la cabeza de su miembro contra mi abertura. Cubriéndose con mi excitación, gruñó en mi oído cuando intenté mover mis caderas.

El sonido me envió escalofríos por la columna —Siempre te sientes tan bien.

Él introdujo su miembro dentro ...