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Capítulo veintiséis

Su voz era suave cuando me llamó:

—¿Louis? —repitió.

—Sí, saldré en un minuto —me pasé una mano por la cara y el cabello, tirando de los largos mechones. Me giré hacia la puerta. Podía imaginarla al otro lado, con la mano apoyada en la delgada madera.

Sus dientes mordiendo su labio inferior. ¿Cóm...