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Capítulo veintidós

Las manos de Louis rebotaban en el volante mientras conducíamos a casa. Me miró y sentí la necesidad de tocarlo; no lo hice. En su lugar, apoyé mi mano en la consola, dándole la opción.

—¿Estás más emocionado por nuestra cita o por la del viernes por la noche?

—Son cosas diferentes —dijo con una s...