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Capítulo diecinueve

Caminando hacia mi escritorio, pude oler el perfume dulzón y empalagoso de Boston antes de verla. Solté un suspiro, cerrando el libro que tenía en las manos.

Su cadera estaba apoyada contra mi escritorio, con los brazos cruzados bajo sus pechos. Me miró, con sus labios rojos y llenos apretados.

Se...